Señoras de Colonia liando puros

by Annette Meisl
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En Ehrenfeld, siete mujeres ofrecen la marca de la casa “La Galana” y una actitud cubana ante la vida

Cuando habla de su primera vez, sus ojos se iluminan. La historia se desarrolla el primer día del nuevo milenio, en un porche de Cojímar, Cuba. La mecedora de Gregorio Fuentes (103) cruje, el mar ruge y se mezcla el anhelante sonido de las guitarras. Mientras el anciano, que navegó por el mar con Ernest Hemingway cuando era joven, hila su historia de marinero, disfruta de una Corona con ron cubano. Seducida por este ambiente, Annette Meisl no puede resistirse.

Ella sigue su ejemplo: “Fue entonces cuando fumé mi primer cigarro”. De regreso a Alemania, el residente de Colonia no pudo abandonar esta experiencia y su chispa inicial. Meisl, que a menudo se había reinventado una y otra vez, entre otras cosas
Fue músico, fundadora de una agencia de artistas y directora de teatro en Madrid, tradujo, trabajó como extra de cine y escribió un libro; se reinventó una vez más: “La idea de lanzar mi propia marca de puros se había afianzado y no Déjame ir. Hay que seguir las huellas que deja la vida”. El fabricante de cigarros de Colonia “La Galana” existe desde 2005. Cuatro años más tarde, Meisl abrió su elegante tienda con salón adjunto en el distrito de Ehrenfeld.

“El hecho de que aquí seamos todas mujeres es parte de la filosofía de la empresa”, afirma Meisl. “El nombre “La Galana” hace referencia a una mujer que disfruta de la vida, que sabe exactamente lo que quiere, pero que también disfruta mucho de su feminidad. ”. Además de la jefa Annette, están los gerentes de tienda.
Patricia y las cinco torcedoras Yoleivis, Alicia, Silvia, Maykelin y Magaly forman parte del equipo. Al entrar en el local de Venloer Straße 213, se puede ver a primera vista que en “La Galana” no sólo se venden puros (en siete formatos de marca propia), sino también una actitud ante la vida.

Entre mesas rodantes originales y montones de exprimidores de cigarros, en medio de maletas viejas, radios y vitrinas, sillones lujosos, sombreros panamá y fotografías en color sepia, uno siente que se ha quedado fuera del tiempo: "La sensación del pasado También es algo que conecta 'La Galana'”. Los “aficionados” se reúnen en el salón para fumarse un Robusto o un Churchill. A diferencia de los cigarrillos, el humo de los cigarros no se inhala, lo que no es apto para personas agitadas: "Un cigarro necesita tiempo, un ambiente determinado y un entorno bonito. En el salón también se organizan catas de cigarros y seminarios en los que se aprende el arte de liar". Los puros pueden aprender lo básico. También hay un ron o un café en el bar, suena música cubana y circulan historias. Por ejemplo, el de Ronaldo Creagh, un veterano del “Buena Vista Social Club”, que antes de morir se empeñó en acudir a la tienda repleta de señoras para hacerse con el patrocinio de “La Galana”.

Por lo demás, para disgusto del propietario, suele haber más hombres: "No hay suficientes mujeres que fumen puros. Aparte de la cuestión de género, la clientela es diversa: "Abarca todas las clases sociales".
y grupos de edad. Algunos nos llegan desde muy lejos”. Además de la marca de la casa, cuya mezcla es siempre la misma, en “La Galana” también se pueden comprar productos que vienen directamente de Cuba: por ejemplo puros Montecristo, ron o cerveza. Los libros y el chocolate también forman parte de la oferta. “Me parece sensual”, dice Meisl cuando se le pregunta por qué ella, que antes fumaba cigarrillos, ahora toma un cigarro, “el sabor, el humo, la sensación de meditación que conlleva. La redondez del cigarro también tiene algo simbólico para mí. Tiene que ver con el amor a la vida y la filosofía, con contar y coleccionar historias. Para mí el cigarro es una completa obra de arte”.

Que también necesita tiempo para madurar. Pueden pasar años desde la siembra hasta la cosecha, el secado y la fermentación del tabaco hasta la fabricación y el almacenamiento. La formación básica en torcedura profesional de cigarros en Cuba dura tan solo ocho meses, “incluso más según el formato. Y luego hay que practicar, practicar y practicar”. La buena noticia: cualquiera puede aprender. Los hombres también, por cierto.

25 de abril de 2017, General-Anzeiger Bonn, Susanne Schramm


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